Reseña de Preston & Child: El Cadáver
El segundo caso de Gideon Crew. Plaza y Janés.
Tras la lectura de El Cadáver, lo definiría en tres palabras: no está mal. Pero tampoco me ha vuelto loco. El personaje de Gideon a mí no termina de convencerme, me parece que le atribuyen unos recursos excesivamente superhumanos para pretender que tenga un pasado de ladrón de arte de segunda fila y luego sea un científico nuclear (la verdad es que tragar eso es difícil).
Me parece que con Gideon mis queridos Child-Preston han tratado de plantear un héroe que sea lo más distinto al agente especial del FBI Pendergast, nada exquisito ni excéntrico, a ver si gusta. Me quedo con Pendergast, por supuesto.
La novela es un corre-corre tan típico de los últimos thrillers que se venden en Estados Unidos, en los que cualquiera -incluso los escritores de novelas- pueden plantearse puentear al gobierno americano y salvar -o destruir- al mundo por su cuenta. Nos hace ver el miedo que le están cogiendo los yanquis a los chinos, hay un párrafo al final que evidencia el modo de pensar de algunos americanos contra el peligro amarillo.
Lo mejor de la novela es la descripción de los escenarios (con ruta turística por todo Nuevo Méjico incluida), el modo en que eres engañado por los autores desde la portada, y una trama tecnothrillernuclear distinta a otras novelas de nuestros autores.
Lo peor, los comportamientos extraños de Alida y Fordyce en algunos momentos, la poca aportación de algunos capítulos (como el del rancho, el de la avioneta y los tumbos de aquí para allá por Nuevo Méjico) y un Glinn al que quieren vendernos como un supergenio psicológico cuando se limita a estar sentado sin hacer nada, y del que por muchos esfuerzos que hagan los autores, no termina de caer simpático. El compromiso final de Gideon con él es un tanto incomprensible.
En suma, entretenida, pero a años luz de las aventuras de mi querido Aloysius Pendergast.
